¿Qué es el greenwashing en empresas?

¿Qué es el greenwashing en empresas?

El greenwashing tiene consecuencias perjudiciales tanto a nivel ético como económico y ambiental

Carlos López MartínCarlos López Martín

El greenwashing es una práctica comunicativa mediante la cual una empresa exagera o tergiversa su compromiso ambiental con el fin de proyectar una imagen sostenible que no se corresponde con la realidad de sus operaciones. Aunque pueda parecer una estrategia inofensiva de marketing, el greenwashing constituye una forma de desinformación que distorsiona la percepción pública sobre el impacto real de los productos, servicios o procesos empresariales.

La sostenibilidad se ha convertido en un valor prioritario para inversores, consumidores y reguladores, sin embargo, algunas empresas optan por comunicar antes que actuar. Esta brecha entre discurso e impacto tangible es precisamente lo que caracteriza al greenwashing.

No se trata solo de hacer afirmaciones falsas; en muchos casos, el problema radica en omitir información crítica, usar lenguaje ambiguo o resaltar iniciativas menores mientras se ocultan prácticas ambientalmente perjudiciales. El objetivo es aprovechar el interés por lo “verde” sin transformar realmente el modelo de negocio.

¿Por qué es un problema el greenwashing?

El greenwashing tiene consecuencias perjudiciales tanto a nivel ético como económico y ambiental. En primer lugar, mina la confianza del público en las comunicaciones de sostenibilidad. Cuando los consumidores descubren que una empresa ha engañado sobre su impacto ambiental, no solo se ven defraudados, sino que también tienden a desconfiar de otras marcas que hacen esfuerzos genuinos.

Desde una perspectiva competitiva, el greenwashing crea una distorsión en el mercado. Las empresas que invierten seriamente en prácticas sostenibles pueden verse desplazadas por otras que simulan ese compromiso con menos esfuerzo y menor coste, simplemente a través de campañas de imagen.

También representa una barrera para el cambio. Al permitir que se mantenga el statu quo bajo una apariencia de sostenibilidad, el greenwashing ralentiza la transición hacia modelos verdaderamente responsables y alineados con los objetivos climáticos y sociales globales.

Tipos de greenwashing más comunes

El greenwashing puede adoptar muchas formas. Los siguientes son algunos de los tipos más habituales que se observan en el entorno empresarial:

Publicidad engañosa

Este es el tipo más visible. Consiste en campañas que destacan supuestos beneficios ecológicos sin ofrecer datos concretos o verificables. Ejemplos frecuentes son el uso de frases como “100 % natural”, “eco-friendly” o “respetuoso con el medio ambiente” sin aclarar qué significan ni en qué se basan. También incluye imágenes con hojas verdes, paisajes o símbolos reciclados que no reflejan prácticas reales.

Certificaciones falsas o no reconocidas

Algunas empresas muestran sellos o distintivos que parecen oficiales pero que, en realidad, han sido creados internamente o carecen de respaldo por parte de organismos acreditados. En otros casos, se utilizan certificaciones irrelevantes para el producto, o se aplican a solo una parte del catálogo mientras el resto no cumple con los estándares mínimos.

Falta de transparencia en procesos de producción

Ocurre cuando una empresa comunica acciones puntuales como si representaran el conjunto de su operación. Por ejemplo, destacar el uso de materiales reciclables en un producto sin explicar el impacto total de su cadena de suministro, o no revelar prácticas de subcontratación que contradicen sus supuestos valores sostenibles.

Este tipo de prácticas son especialmente peligrosas porque pueden pasar desapercibidas fácilmente y ofrecer una imagen parcial que confunde al consumidor o inversor.

¿Qué consecuencias tiene el greenwashing?

Las consecuencias del greenwashing pueden ser múltiples y graves. A nivel reputacional, una empresa que es descubierta incurriendo en estas prácticas puede sufrir un daño significativo, difícil de reparar. La pérdida de confianza de los consumidores y la crítica pública pueden impactar directamente en las ventas, en la fidelidad de marca y en la atracción de talento.

Desde el punto de vista legal, cada vez más países y regiones están adoptando medidas para regular la comunicación ambiental corporativa. En la Unión Europea, por ejemplo, se están desarrollando normativas que penalizan el uso de alegaciones medioambientales no fundamentadas. Empresas que recurren al greenwashing pueden enfrentarse a sanciones, demandas por publicidad engañosa o exclusión de licitaciones públicas y programas de financiación verde.

Además, el greenwashing tiene un coste moral y estratégico. Empresas que se centran en aparentar sostenibilidad, en lugar de desarrollarla, pierden oportunidades reales de innovación, de mejora operativa. A largo plazo, esto puede traducirse en una pérdida de competitividad en un mercado cada vez más exigente.

Cómo evitar caer en el greenwashing

Evitar el greenwashing implica adoptar una actitud de responsabilidad, transparencia y coherencia. En primer lugar, cualquier afirmación relacionada con sostenibilidad debe estar respaldada por datos verificables. Si una empresa afirma haber reducido sus emisiones o haber implementado procesos sostenibles, debe poder demostrarlo con cifras claras, metodologías conocidas y auditorías independientes.

También es fundamental comunicar con precisión. El lenguaje utilizado debe ser específico y evitar generalidades. En lugar de decir que un producto es “verde”, se debe explicar qué aspecto del producto lo hace más sostenible, qué estándares cumple y cómo se compara con alternativas convencionales.

La coherencia interna es clave. No se puede anunciar una política de “cero emisiones” si la cadena de suministro opera bajo parámetros contrarios, o si las inversiones de la empresa continúan apoyando industrias contaminantes. Las acciones deben abarcar toda la organización, y no limitarse a gestos puntuales sin impacto sistémico.

Otro aspecto esencial es contar con certificaciones reconocidas. Trabajar con organismos de validación independientes da credibilidad a las afirmaciones y ayuda a evitar malentendidos con el público.

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